Una tarde sucedió. Fue en una playa de ensueño, en Río de Janeiro., donde vacacionábamos.Allí vino a dar con nosotros la negra más hermosa que se haya visto, con un cuerpo escultural. su piel de ébano y su cara bellísima, cincelada en bronce, los enormes ojos oscuros abiertos de par en par.En mi cabecita de niña se alojó la loca idea de que Justina había emergido de las entrañas de ese inmenso mar de aguas cálidas, como una sirena oscura y misteriosa.La incorporamos a nuestra familia, pasó a ser parte de ella.
Suele venírseme a la mente la imagen de la negra Justina, con su alma de flores, su voz de arrullos bendecidos y sus manos de canela, de jabones y lavanda. La veo pasar, llena de prisas, con su insolente energía, su delantal almidonado,poniendo orden en el caserón y caricias sobre nuestras cabezas.Camina contoneando sus voluptuosas caderas. entonando melodías cariocas. Las notas caen de su boca de labios
glotones- Camina y canta, dale y dale con el ritmo en la sangre. Añora tal vez a sus hermanos de raza y
a su patria.Pero fue hace mucho, mucho tiempo.Justina partió en un suspiro, sin dolor, tal feliz como había
vivido.
¿ A quién extraño tanto como para volver a aquellos días venturosos, una y otra vez? A la niña que fui, a mi alma de luz, a mi corazón desbordado ..."...
Hace mucho tiempo alguien me escribió : "GORRION DE LA VIDA
ESPIRITU INQUIETO ... alguien que me conocía y me quería
mucho.A esa persona, que ya no está, el homenaje de mi nostalgia.
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