jueves, 20 de diciembre de 2012

MIS MANOS.

            MIS MANOS.
   AYER,

    ¡Cuán bellamente eran mis manos !
      Las miro y me parece volver a verlas. Blancas. de puro marfil. dedos largos e inquietos, besando las teclas blancas y negras del piano, amándolas, seduciéndolas, hurtando de ellas clásicas melodías, las partituras observando, severas, condenando la mínima distracción.
   ¡Por Dios, qué manos preciosas, casi transparentes, gesticulando apasionadas o solfeando con exactitud, untadas con glicerina y agua de rosas.
   Mis manos acariciando, recorriendo la otra piel con avidez, asistiendo al amor, amanecidas de cansancio, agotadas en el placer, saciadas en plenitud, dormidas entre pasiones y deseos.
   Mis manos de mar, meciendo a mis niños, arropándolos , auxiliándome en los cuentos de la noche, rozando su piel, oliendo a bebé ...
   Mis manos, tan frías como el rostro de mi amado, mimándolo por última vez, apenas visible , entre encajes blancos.
   ¡Cuán bellamente eran ! Nada queda de ellas, sino la sombra.


    HOY.

   Vino a mi puerta la morada de la visión madura.
   No sé cuándo pasó, ni en qué momento.
   El blanco transparente mutó en un color sin color. Se dibujaron las primeras manchas seniles, odioso testimonio de la vejez, saltaron voraces las venas de un verde violáceo. Los dedos perdieron la finura, se deformaron, la piel se arrugó cada día más, borrando aquella galanura de bailadora gitana.
   Me tocó acariciar con estas manos nuevas a mi madre. me tocó despedirla .



   En verdad, extraño mis manos de algodón, mis manos de jazmín, aquéllas que un día me llenaron de un vano orgullo.Porque todo viene y se va ...
   ¡Ay, qué largo camino entre las dos !