sábado, 5 de enero de 2013

PURO LLORO.

   Los vientos de mi vida soplan inclementes, me zarandean, llevándome de un lado para el otro , impiadosos. En esos momentos de locura suenan dentro de mí, voces remotas que siempre me traen una bendición escondida y mitigan la tormenta.Suelo desentrañar sus mensajes - "Abre tu propio camino. Anímate "- Luego permanece en mi interior una quietud cariñosa, un cansancio de siglos que me cuesta remontar.Sucede siempre por las noches , ya en la cama, en sueños o despierta y al levantarme , aparecen los dolores. Odio a mis huesos, tienen vida propia y me producen fuertes padecimientos.
   Estos dolores son migratorios , recorren el cuerpo, juegan a las escondidas entre ellos.
   Ya es tiempo de elegir el camino , de abandonar el desierto. De enterrar la soledad y la angustia.
   Ya es tiempo de encontrar el coraje y poner en marcha aquéllos planes escondidos en el baúl de la abuela .
   Mi abuela repetía seriamente "... hay que aprender a convivir con el dolor ..." ¿ tengo que hacerme amiga de quienes me maltratan ? ¿debo agradecerles regalarme este malhumor que me lleva a agarrármelas con el que se cruza en mi camino ...?
   La abuela Fifina  ( se llamaba Serafina ) siempre me tranquilizaba, aún con su sola presencia.
   ¡Pobrecita ! ¡tan flaquita ! ¡tan frágil ...Llegada del Brasil para casarse, nunca pudo aprender la lengua castellana. Sufrió todas las desdichas posibles pero  jamás la oí quejarse. Se  sentaba en la terraza, derechita, pegada al respaldo de la silla y miraba lejos, horas y horas, con esos enormes ojos azules del color de un mar en calma. Era casi un suspiro, con el cabello cortito y blanco como nubes de nieve, brilloso, con hilos de plata. 
   La vida no fue piadosa con ella. Perdió todo muy pronto.Se quedó sin marido, sin casa. sin dinero, sin cobijo, a la intemperie y terminó viviendo con mi madre y conmigo, que perpetuamos su mismo sino, porque las hijas, irremediablemente repiten el destino de sus madres. Es ley de vida.
   Pensando en ella. una fuerza superior me llevó a buscar su cajita de madera, prima pobre del baúl, con las "riquezas" de mi abuela. Encontré algunos collares de perlas, remedo de las buenas, un collarcito de piedras azules, copia de las piedras de verdad y apartadas, en un rinconcito treinta perlas bellísimas , evidentemente parte de un collar cortado . Las puse en el hueco de mis manos, las acaricié largamente pensé en esa viejecita que pasaba inadvertida casi escondida entre los muebles. un soplo de vida apenas ... y entendí el mensaje. Ella me decía que soportar esta horrible bota ortopédica durante un mes,  no era tan dramático, curaría mi fractura y todo tendría un final feliz, tan sólo por treinta perlas "de verdad".
   No es la primera vez que mi abuela se comunica conmigo. Ella sigue estando a mi lado, velando por mí. Ella sabe que no sé valerme sola, que soy "puro lloro" decía, que como los perritos andaba detrás pidiendo caricias , que no conocía el valor .
   Todo eso pensaba de mí mi abuela y es verdad , pero dejo constancia que siempre me llueven palos del cielo, de todos los tamaños y mi corazón se parte en mil pedazos pero se recupera, une sus pedazos, en medio de "puro lloro", para seguir el camino que está trazado para mí.
   ¿ACASO ESO NO ES VALOR ?
  Pero voy a seguir caminando para que mi abuela esté contenta, viviendo en ese palacio donde ahora mora, rodeada de flores, mirando pasar a los pájaros en vuelo, esperando sentadita y quieta, con el brazo tendido que alguna mariposa descanse en su mano. Seguro, espera la mariposa azul, su bichito del alma ...