sábado, 1 de diciembre de 2012

CUENTO PARA LA NOCHEBUENA.

   Para los que creen en la magia , los que quieren comer confites, los que se atiborran de chocolate, los que pasan el dedo muy maleducadamente por el merengue de las tortas, los que escuchan villancicos ... Para los que se esconden a llorar en algún rincón por un ratito nomás después de decir TE AMO a los que partieron antes para después salir "frescos como una leghuga " a celebrar.Para los que soportamos al máximo el sonido de "El baile del caballo " porque es lo que le gusta a la nieta adolescente. para los que , como yo creemos a rajatablas en las UTOPIAS. Y bueno ... para todos los que tienen una pizca de locura y ganas de festejar ...va este cuento ...

                        CUENTO PARA LA NOCHEBUENA.

   Tiza sus barbas el invierno acurrucado en las hendiduras de la crestería. Un celaje azul - violeta entinta las lejanías.
   El viejo, envuelto en el silencio, rumiando dolores del pasado, avanza en derechura de la comarca. Lleva tras sí el vasto cielo. Menea su regia cabeza de león herido y sus grandes ojos lechosos, otrora hermosos y profundos, tienen una mirada vaga que cae sobre el camino como el reflejo de una luz lejana ¡ cuánto sufrimiento fue necesario para que madurara el fruto de sus días! ¡ cuántas ausencias le duelen todavía ! Más aún que las manos crispadas y deformes que tiran con fuerza de las bridas, acicateando a sus perros extenuados, que acompañan la vejez implacable instalada en su cuerpo dolorido, respetando solamente la lucidez mental de sus años jóvenes y alegres.
   Vive aún en su memoria el espléndido paisaje de infinito blanco y el anciano viaja en la negrura inacabable de su noche. En su agobiante soledad hasta ha olvidado el calendario. Un relámpago de ideas evoca a la frágil mujer que tanto amó. Innúmeras hojas del almanaque se han desvanecido desde que ella abandonara la sólida cabaña de madera que él levantara con sus propias manos, por el brillante castillo de una estrella. Sólo por el fulgor del alma de su amada, el viejo añora menos la claridad del alba.
   Se atasca de pronto el trineo. Chirria la nieve, se deshace de frío. Las fuerzas gastadas de sus brazos no alcanzan para impulsar la marcha. Entonces, resignadamente levanta la cabeza, imagina una vez más el lucero de sus sueños y manso, rinde su espíritu.
   Pican y repican las campanas de la medianoche. El viejo despierta. Recuerda la fecha. nochebuena. Víspera de la Navidad. La misma noche que lo dejara solo. Una punzada sorda le atraviesa el pecho y al instante, vuelve a escuchar la risa, el tintinear de un sinfín de campanillas. Abre los ojos y la ve a su lado. Blanca de vestiduras como había partido, con el niñito que la había llevado.
   -¿Quién es, por Dios ?- exclama tratando de alcanzar al niño.Y el sonido familiar de la voz querida, responde:
   -El es Jesús, recién nacido.
   Trémulo, extiende las manos. Intenta mirar su estrella pero el resplandor lo encandila . Baja pesadamente del trineo. Se postra y de sus ojos de nuevo luminosos y profundos, brotan lágrimas de reconocimiento.
   Las empinadas montañas, bañadas de luz y de blanco, se hacen eco de su clamor de loa reverente.
   -¡Ha nacido Jesús! ¡Hosanna en las alturas !!
   El sol rompe el velo opaco de las nubes. Una línea de plata triunfa en el confín.
                                                    María del Carmen Názer.


                                      "... Yo veo una innumerable compañía
                                        de seres celestiales gritando :
                                        Santo, Santo es el Señor Dios ..."

                                                        William Blake,