viernes, 2 de noviembre de 2012

ROMANZA DE AMOR.

         "En busca de la perla en el mar del amor,
           olas tan grandes como el mar mi corazón levanta. "

                                                                      RUMI.

   La mañana despierta agitada. Detrás del ventanal, la niña se estremece, corre las pesadas cortinas de raso blanco, exquisitamente bordadas con lirios al relieve, recogidas en un lazo generoso. Pega su carita al cristal biselado, escudriña el cielo nuboso, ceñudo, atisba su amada plaza, los árboles añosos, sus compañeros, sus confidentes. Parecen oirlo todo, saberlo todo. Los árboles que sueñan ...
   De pronto, lo ve.
   - ¡ Shhh ! no tengas miedo - dice y sin pensarlo dos veces, abre el pestillo de la ventana. Quiere resguardar al pequeño cachorro, lana y temblor, que se escapa de sus brazos para esconderse debajo de la cama, convertido en un bollo blanco imperturbable.
   La niña lo mira de soslayo y sigue su rutina matinal. Observar su plaza sobre su misma piel, cuando el tiempo lo permite o a través de los ventanales que los transeúntes miran con envidia. Apoya la mano en el vidrio salpicado de las primeras gotas vacilantes y deja un rastro de estrella sobre el mismo.
   En el caserón, es la única despierta. En la plaza no están sus palomas, guardan silencio. Es temprano para ellas y le huyen a la lluvia.
   Pronto empezará el ajetreo, llegará su nana a ponerla de muñeca. Un vestido precioso, siempre en tonos pasteles, con alforzas y puntillas, con moños y encajes.
   Su carita es perfecta, tras sus párpados se asoman dos enormes perlas de ámbar, una mata de pelo color miel, recogida en una  coleta o en una trenza... ¡Jamás libre ...! ballerinas de cuero blanco en sus pequeños pies , que no conocen el placer del suelo ni el contacto con la tierra, adornadas con un moño chato, todo en colores tenues , claros ...Todo limpio y brillante, salvo el cachorro que duerme , despatarrado y tranquilo.
   Dicen que el miedo se puede oler, pues allí se huele. Flota en el aire. Una sensación de frío semejante a la que reina en un quirófano, como en aquel donde . reemplazaron su corazoncito que había nacido enfermo.El frío y un toque de lavanda.
   Los olores son memorias que nos calan para siempre.
   Más tarde, como toda lluvia de verano, se abre el cielo majestuosamente azul iluminado y un arco iris insolente, pavoneando sus siete colores, lo cruza de punta a punta. Una acuarela perfecta.
   Las perlas de ámbar brillan de alegría. Un remolino de palomas blancas revolotean sobre los retazos de césped que se mantienen vivos y lozanos de milagro.
   La mendiga de todos los días, harapos y mugre, llega puntualmente a la plaza y les da miguitas de pan. Una bolsita ... y otra ... y otra ... Luego se va, a juntar migas para el otro día, entonando extrañas melodías, con voz ronca, de ultratumba.
   Las nubes de tormenta se fueron. Ahora la niña se ha puesto a llorar, en sacudidas ... ¿ De dónde viene ese llanto desgarrado ? ¿Qué miedos, qué abandonos reclama sin consuelo ?
   Siente un roce apenas perceptible. El cachorro arrastra sus patitas por el impecable vestido de princesa y deja bien marcadas dos estelas oscuras y roñosas. La niña lo abraza , comparte el calor de ese cuerpito, recibe sus besos de lamida que le producen cosquillas de miel, carcajadas de azúcar. Y la niña ríe ... ríe ... ríe sin parar, ríe de gozo ....

   Ha mutado la pena en una romanza de amor.