lunes, 29 de abril de 2013

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HISTORIAS DEL PUEBLO.... ( I )



   Mercedes Aguilar, acodada sobre el mostrador , observaba apaciblemente las callejas, los àrboles , las flores adornadas con temblorosas gotas de rocío  y la plaza desperezándose . Llamaban su atención los signos  propios del otoño, las parvadas de hojas caídas, pisoteadas, tapizando el suelo en torbellinos crujientes. De a ratos, el soplo arrachado del viento las alzaba rabiosamente por el aire y volvían a caer convertidas en un finísimo polvo cobrizo y denso.
   Tenía el hábito de perderse en pensamientos incoherentes, algo de aquí, algo de allá.
   Su realción con el marido era difícil.
   -Siempre estás "viajando"  ¿Quién puede vivir con una tarada como vos ? - decía él.
   No, no la entendía, habitaban dos mundos diferentes. El, con los pies en la tierra, ella ausente, hundida en un mundo extraño, inventado para su naturaleza, atiborrado de espíritus buenos, de fantasmas alegres, de magia y adivinaciones.
   Fueron pasando los años y la vida ...
   Un día cualquiera entró en sus destinos Angelita, una campesina muy joven, morena, de ojos negros y chispeantes, caderuda, de senos opulentos  , piernas largas y bien torneadas. Comenzó a trabajar en la farmacia y dio vueltas patas arriba a su dueño, que perdió toda compostura y terminó montando a la empleada en el escritorio de la parte trasera, arrancándole la ropa en hilachas, gimiendo como un loco.
   Así lo encontró su mujer, que presenció impasible la escena, sin asombrarse , porque sus visiones se lo habían anticipado. Sin decir palabra  tomó una maleta, algún dinero, pocas ropas , sacó su auto y se marchó.
   Cuando llegó a la capital , alquiló un chalecito con jardín al frente, helechos, margaritas, crotones, y dos jazmineros inmensos. Sus amigas la ayudaron a vestirla con pocos muebles, las paredes blancas, despojadas, una biblioteca con sus libros , sus esencias, sahumerios , sus santos colocados en un altarcito luminoso y mucho espacio libre para que pudieran desplazarse los amados espíritus que siempre la acompañaban. Padres, hermanos, amigos, una abuela lunática como ella que había ocupado un lugar importante en su corazón, alguna que otra conocida ...
   Se dedicó enteramente a sí misma y pasó diez años entre cirios encendidos, perfume de incienso, sándalo y pachulí. Su carácter dulce , su amor por la gente, su solidaridad la hicieron querida por todos.
   Un día cualquiera llamó a sus amigos  y les anunció serenamente que le había llegado la hora del adiós. Pidió que la velaran en su cama y la enterraran bajo tierra  porque - polvo somos y en polvo nos convertiremos -
   Fue una larga y plácida noche en la que se escucharon las palabras del Salmo 90 , el preferido de la moribunda.
   Al amanecer, Mercedes entregó su alma a Dios. Emprendió el viaje definitivo con una expresión pacífica y una bella sonrisa. La acompañaron sus espíritus. Todos ellos.
   La casa quedó sola y vacía, nadie quería habitarla. Tenía mala fama. Un día, misteriosamente , se vino abajo, como si hubiera sido construida de aire. Quedaron los escombros en el suelo y los dos jazmineros enteramente florecidos. Su perfume dulzón trepó, y fue llevado por un soplo de viento lejos, muy lejos.La hierba desteñida se dejó besar por la lluvia cobriza de la hojarasca, un fuerte viento revolvió las hojas secas y crujientes, las convirtió en polvoso torbellino y las dejó morir ..
                                             María del Carmen Názer.

                   "... la tristeza solemne que habita en todas las cosas
                     grandes, en las noches profundas como en los poemas 
                     eternos ..."   FERNANDO PESSOA.

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