jueves, 21 de noviembre de 2013

UN CUENTO DE LUZ.


















   Se decía en tierras lejanas que hace muchos años 
un barco fantasma cargado de suspiros y ayes de dolor
decidió escribir historias de amores imposibles,
historias que levantaron vuelo y se perdieron en el viento
convertidas en espejismos .
   También se decía que al caer el otoño con sus ocres
y amarillos , con sus caprichos y malhumores , preferido
de todos los poetas se dejaban leer esas historias sólo a 
aquellos que creían en los sueños y se quedaban con ellos
hasta el fin ...
   
   Ella nunca pensó que el amor desembarcaría de un 
barco extraño, un barco que de tanto en tanto
se detenía, para pisar la luna.
   Recibió un mensaje escrito en oro, rociado de mar
y como creía en los hechizos y siempre fue valiente
decidió ir en su busca y emborracharse con su amor.

   Era una sombra menuda que se reflejaba en la arena
Al fin había conocido el mar y su imaginación
se llenó de espuma, de olas y de gaviotas.
   El viaje se convirtió en naufragio.No había
nada para ella. Sólo vio besos que danzaban con 
las olas, se escurrían en la arena y volvían a 
enredarse con las aguas. Besos ajenos ...
Así que decidió el regreso con el fracaso en la
mochila adornada con broches de colores.

   La mañana de lirios se detuvo. Temblorosa,
entró a su casa toda blanca y silenciosa ,
atiborrada de libros , oliendo a sándalo
y pachulí, arrastrando la misma soledad 
que arrastraba ella.
   Abrió puertas y ventanas y la luz entró
a borbotones y le dio vida a cada cosa, 
a cada lugar, a cada instante ...
Su pequeño jardín reventaba 
de flores, de allí se escapaban racimos 
de ternura. Fue a cambiarse de ropa y 
encontró en su piel el perfume de mar que
nunca más se iría de ella. Quiso comer algo,
pero todo le sabía a él...

   Al descender el sol, aún sentía el aliento
del océano y supo que nunca lo perdería.
las llamas de las velas ardían en un cuenco
de cristal. Acomodó sus caracolas , sus collares
de algas . Se puso a oler los recuerdos y 
se alborotó su corazón: Lo vio una vez más
con su sonrisa de niño y estrellas dentro de los ojos.

   Siguió hilvanando su vida con sueños y añoranzas
tejiendo con palabras un manto de luz.

   Afuera, continuaba la lluvia, una lluvia diáfana.

                                 María del Carmen Názer.