... - ¡A volar ...!
Ese fue el grito de la amistad,
una perla en nuestras manos.
Temí morir
de puro contento.
Me deslumbró la luz
la luz rosada, resplandeciente,
no era meramente rosa
era un delirio rosa.
Se me encogió el corazón
abrumado por la belleza.
Me quedé de pie
absorta en mi asombro,
aprendí que hay dicha
más allá de la dicha.
Miré los largos destellos de las estrellas
que llameaban como antorchas.
Pude ver la más pura belleza derramada,
todo era desmesura
todo era rosa
eternidad de rosa.
Y al saltar ...
la dicha
la mirada de Dios sobre mi alma.