Ella es luz atrincherada
y voz quejumbrosa,
unos pies que fueron
ágiles y viven
el desmayo articular
con el que pisa su sombra
proyectada en el suelo.
Pero ella es tsunami y es
arrebol,
una máscara nueva
para cada amanecer
en plazos inacabados
e inagotables;
es suspiro
es lamento y es risa,
llanto sobreabundante
como afluente
por la correntera
que va al encuentro
de unos brazos
que se dejan esponjar.
Ella es luna
Sí, es menguante
y es creciente,
pero sobre todo
es repetitivamente nueva
y llena hasta
completar el ciclo.
Tiene un bajel varado
en el patio
de una casa vecinal
con barrotes protectores
desde no se ve el mar,
pero lo sueña cada día
y dibuja cartas de navegación
sin fechas , sin rumbo.
Ella es tormenta
y es mar en calma
todo a un tiempo
todo desaforadamente fuera
de previsión alguna.
Ella es...
Ella es ella, femenino, singular.
FRANCISCO ESPADA.