Y allí está él... a un hemisferio de mi destino.
me imagino cruzando a nado el océano
pero sé que es imposible , aunque digan
que la distancia es sólo una metáfora.
Luna está sentadita en el suelo, se parece
a esos muñecos de porcelana que hacen de
alcancía.Me mira con sus ojos de canicas
negras que siempre parecen preguntar.
Ella ocupa un lugar en mi corazón más allá
de toda lógica o razón. No se puede explicar.
Son horas de una siesta de domingo de
verano. Es más: de un verano correntino
Caen del cielo tizones encendidos.
En el aire, un silencio sofocante y la certeza
de que hice bien en poner llave a la puerta
de calle.Acá también llegó el miedo y
las casas enrejadas. Además, difícilmente
venga alguien y el que sí lo haga , tiene
su propia llave.
Luna también lo sabe, sube a mi cama,
se acurruca a mi lado, pegadita
y pide caricias. Luego se duerme.
Huele rico. No tiene olor a perro.
No sé siquiera si es perro.
Y ahora ... yo me cobijo en mi propio
mundo.
Y allí está él ...en mi celular. Busco :
GALERIA DE FOTOS y lo encuentro.
Veo las señales : una sonrisa generosa,
retazos de inocencia y una mirada
bondadosa, que contiene , que disculpa ...
Luna, mansa y refinada como pocas,
salta de mi cama y se acomoda
en su cuchita de lujo, llena de colores
y dibujitos, con una manta primorosa
que le tejí al crochet y que ella adora.
Son nuestras costumbres, costumbres
locas que se repiten... Siempre en domingo...
María del Carmen Názer.